nudos marineros,
bien atados,
amarran a tu puerto mi garganta.
Tu puerto que me cuesta nombrar,
tu puerto que se lleva mi voz adentro de mar,
tu puerto en el que disfruto desembarcar,
pero que al partir me cuesta volver a encontrar.
Estos nudos no me dejan respirar,
ni atracar en cualquier otro lugar.
Qué mal, que tu puerto tenga tan capaces marineros.
Que sean tan ávidos anudadores de mi sueño.
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