Una gota de arena,
que se cuela en tu retina.
Se cierran tus ojos,
un poco tarde tal vez.
Pensás que tus pestañas
son demasiado cortas.
Pero siendo realistas,
nadie está preparado
para vivir en un lugar en el que llueva arena.
La lluvia en lo ojos
ya no te consterna ni un poco.
Estás desesperado,
no sabés quién sos,
dónde estás.
Te aburrís bastante,
fuera de la desorientación,
nohay mucho que pensar o hacer.
En un desierto interminable,
con esa lluvia constante.
Derrepente, y por primera vez,
la lluvia de arena se detiene.
-Se te acabó el tiempo Miguel,
ahora me toca a mí mover-.
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